El Principito: 5 lecciones sobre crecimiento personal
¿Que tal?
El año de 1943 es muy significativo en mi vida. Nace mi madre (QdDg) y es el año en el que se publica por primera vez su obra literaria preferida, “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, aviador y escritor francés (1900-1944), del que he decidido extraer 5 lecciones sobre crecimiento personal que veremos más adelante.
Fue incluido dentro de los mejores libros del Siglo XX en Francia, con más de 150 millones de ejemplares vendidos, es sin duda una gran obra cuyos mensajes nos hace recordar lo obtusos que nos vamos volviendo conforme pasan los años.
No dejemos que crecer signifique olvidar el ser niños
Al crecer, de manera extraña vemos e interpretamos las cosas de forma tal que se nos olvida donde se encuentra lo importante en la vida. Es un poco loco, porque con las experiencias y vivencias que los años otorgan, nos alejamos de la felicidad que radica en lo sencillo, por ejemplo aquello con lo que disfrutan los niños.
Hace ya casi 20 años le compré un carro eléctrico de montar a mi hijo y disfrutó sobremanera varias semanas con la caja en la que venía. Moraleja, mejor una caja que un auto eléctrico de montar para pasársela bien.
No deseo hacer un resumen del libro; pueden buscar muchos en la red y, tratándose de un ejemplar corto, sé que disfrutarían la lectura, sin duda les recomiendo hacerla con una cerveza o un buen vino a la mano. Me gustaría entonces compartir 5 lecciones sobre crecimiento personal que nos enseña el libro y listo… espero les reten para pensar diferente y así podamos luego conversar.
El Principito y sus 5 enseñanzas sobre crecimiento personal
- Las apariencias engañan. “Solo se ve con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”. La fama, el dinero, la buena vida que vemos en tantos lugares NO deben ser nuestra guía y nuestro destino. Como nos recuerda Mark Manson en su obra “Everything is Fuck” el destino es el fin (la muerte), punto. Por ello el trayecto debe ser lo importante. Siendo así entonces dejémonos de mates y conectemos con la esencia. Que la vida que va de 0 a 100 en menos de seis segundos no nos deje tan exhaustos como para disfrutar.
- No hay que pedirle peras al olmo. “Es necesario pedir a cada uno lo que cada uno puede dar”. Una de las circunstancias que más nos hace sufrir en la vida es el desaliento que sentimos cuando los demás no cumplen con nuestras expectativas. Que brutos ¿no? No se puede pedir a los demás lo que no nos pueden dar. Si realizamos esto nuestras relaciones de seguro van a mejorar.
- Critícate a tí mismo antes de salir al mundo a hacerlo. “Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio”. El gran liderazgo empieza con un verdadero auto conocimiento, pero les aseguro que por alguna extraña razón son pocos los que dedicamos tiempo a ello. Nosotros somos los más grandes desconocidos para nosotros mismos. Si tienes éxito exterior, pero no tienes éxito interior nunca vas a estar satisfecho, seamos personas con significado.
- Entrega lo más valioso a los más valiosos. “Si vienes a las 4 de la tarde comenzaré a ser feliz desde las tres”. Siempre en el aula, espacio que me hace feliz al poder compartir experiencias y contar historias con grandes profesionales, les recuerdo a mis estudiantes que lo único que realmente nos pertenece es nuestro tiempo, por lo que el mejor regalo que podemos hacer a alguien es darles éste. Y quienes lo van a recibir con aprecio son las personas más cercanas, es decir, la familia y unos cuantos amigos.
- Abre los ojos! “Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas”. El deseo de tener más nos aleja del disfrute de las pequeñas cosas, de los detalles y con seguridad nos hace olvidar de los grandes logros que hemos alcanzado. Deja de pensar hacia adelante. Disfruta el presente que es lo único que tienes y, ten en el top of mind que tu tiempo es limitado. No lo desaproveches en estupideces.
Podría continuar, pero estas lecciones son más que suficientes. Meditar al atardecer, mirando las estrellas y acariciando a tu perro es un remedio infalible para la vida. ¿Lo haces?
Abrazo grande de alguien que le agradece que me lean!
Rodolfo Cruz Naranjo