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Comprendamos por qué no somos felices.

Seis razones que nos impiden ser felices

¡Hola!

En nuestros momentos de reflexión siempre analizamos el tema de la felicidad. A veces podemos sentir que no lo somos al 100%, ¿pero por qué? Más allá de la nostalgia que aflora, simplemente parece ser que algo falta y no logramos identificarlo. En este blog conversaremos sobre seis razones que nos impiden ser felices.

Empecemos por las primeras reflexiones. Le sacamos más a la vida de lo que damos, lo que por supuesto que es normal; siempre hay espacio de mejora y la necesidad de hacer más esfuerzos. La mayoría sabemos que el bien que hacemos no siempre representa lo mejor de nosotros.

Muchas veces nos sentimos infelices y no debería ser así. Si estamos vivos tenemos un nuevo día para echar pa’lante. Dado que nuestro estado de ánimo afecta a quienes nos rodean, es nuestra obligación saber por qué no somos felices y trabajar en ello.

Comprendamos por qué no somos felices

Usualmente no somos felices por razones que podemos trabajar. Es importante conocer estas causas para prepararnos de cara al futuro y enfrentarlas:

1. Porque no hemos decidido ser felices. Ser feliz es una decisión. La felicidad es un hábito. Si muchas personas no son felices es porque en primera instancia nunca han decidido serlo. El primer paso es comprometerse con usted mismo a ser feliz. Punto.

2. Porque no aceptamos nuestra abundancia. La mayoría de las personas viven en un mundo de escasez. Piensan que no hay suficiente y que para obtener algo deben quitárselo a otros. Estoy seguro que usted tiene más de lo necesario para vivir. No importa su condición, si al momento en que lee este blog sigue vivo, entonces no le ha faltado lo necesario para vivir. Trabaje con lo bueno y multiplíquelo.

3. Porque somos demasiado exigentes con la vida. Tenemos falsas creencias sobre la vida perfecta. Queremos todo a nuestra manera, porque nos han enseñado erróneamente que tener es felicidad. Aprendamos a disfrutar las cosas sencillas y cotidianas. La magia está en los pequeños detalles. Construyamos nuestro propio concepto de felicidad, según nuestras propias expectativas. 

4. Porque vivimos comparándonos con otros. Compararse con otros es una de las claves de la infelicidad. Es fácil enfocarse en lo que logran. Pero puede que nunca conozcamos el precio que tuvieron que pagar por lo que tienen. La única persona con la que usted debe compararse es usted mismo. La vida es demasiado corta para vivirla a sombras de otras personas.

5. Porque no dejamos atrás el pasado o no dejamos de pensar en el futuro. No piense en lo que usted fue, piense en la persona en la que quiere convertirse. No piense en lo que hizo, piense en lo que puede hacer eso. Enfóquese en estar presente en el aquí y el ahora. Saque de su maletín las piedras innecesarias.

6. Porque creemos falsamente que nos falta algo: Lo único que nos detiene es la creencia de que tiene que ocurrir algo para que seamos felices. En realidad, no tiene que ocurrir nada para que lo seamos. Ya tenemos todas las razones del mundo para ser felices, solo por el hecho de seguir respirando día tras día. 

Comencemos por nosotros mismos

A veces no sabemos identificar los momentos de felicidad y no sabemos si realmente somos felices. El amor es una gran fuente de felicidad. Pero tengamos claridad de que para entregar amor debemos amarnos primero a nosotros mismos. Practique el respeto y la lealtad con la persona que le acompañará cada día de su vida: usted mismo.

Un gran amigo me dio el gran consejo de que para ser un líder e impactar en los demás ante todo debemos ser buenas personas. Una buena persona no es una persona perfecta. Es aquella que se encuentra en equilibrio y acepta la necesidad de un proceso de mejora en todos los ámbitos de su vida.

Las emociones determinan nuestros comportamientos y conductas. Alegría, tristeza, frustración, miedo, ansiedad, envidia, rabia. Son un motor, nos hablan y debemos aprender a escucharlas para saber cómo controlarlas y gestionar nuestra felicidad.

Conociendo las razones por las cuales no somos felices, trabajemos fuerte en evitarlas. No hay nada mejor que una persona en equilibrio, feliz con lo que tiene y capaz de morirse de risa todos los días.

¡Abrazooote!

Rodolfo E. Cruz

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Calidad de relaciones.

Vamos de 0 a 100 kilómetros en 6 segundos

¡Hola!

Hoy en día vivimos la vida muy rápido.  Les cuento que soy un apasionado de la velocidad. Hace ya algún tiempo participé en los Campeonatos Nacionales de Rally y Automovilismo. Fueron momentos que se disfrutaron mucho y que me dejaron enseñanzas. Hay que tener carácter, paciencia, preparación, pericia, pero ante todo un desarrollo amplio de trabajo en equipo. Es este el que hace la diferencia, al igual que en cualquier organización del mundo, pero de esto conversaremos luego.

Les cuento esto solamente para hacer una analogía con algo triste de la vida. Esto es conocido. Repito, ¡ya lo conocemos! Y en la mayoría de los casos no hacemos nada (de verdad espero estar equivocado). Vivimos la vida muy rápido!

La velocidad mal entendida, mal aplicada y con poca responsabilidad es peligrosa

La vida la vivimos así: muy frecuentemente vamos de 0 a 100 kilómetros por hora en menos de 6 segundos. Al avanzar tan rápido no nos percatamos de lo que es primordial y, lo peor, es la norma que se nos ha hecho hábito. Esto está mal. Es más que peligroso y es un pésimo compañero de viaje.

Me gustan los refranes populares que son portadores de sabiduría. Uno que uso mucho y que estoy seguro que todos hemos escuchado es: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Muy a nuestro pesar, lo sabemos pero…nada. Solo sabemos.

Calidad de relaciones

Para disfrutar una vida plena y dejar un legado en este mundo, debemos conocer y atender lo que es realmente importante. Son las personas que amamos: la familia y los verdaderos amigos. Y ellos necesitan que les demos tiempo. Si vivimos la vida muy rápido no lograremos entregárselo.

Usualmente no se les dedica la cantidad de cariño y tiempo que merecen y que son los fundamentos de las buenas relaciones. Según muchos estudios la calidad de las relaciones hacen de la vida algo que valga la pena.

Esto nos sucede por siempre andar rápido. Nos bañamos, desayunamos, almorzamos y comemos rápido. Si estamos en la casa pensamos en lo que tenemos que hacer en el trabajo, si estamos en el trabajo pensamos en lo que viene más tarde o la reunión de mañana. En fin: ¡de 0 a 100 kilómetros en menos de 6 segundos! Luego tenemos la desfachatez de no entender el estrés, el cansancio y la amargura con la que andamos.

A mayor velocidad, menor campo de visión

Al igual que los pilotos de la Fórmula 1, estamos sufriendo del efecto túnel al conducir a gran velocidad. La rapidez a la que circulamos condiciona de manera sustancial nuestra capacidad de ver bien. Cuanto mayor es la velocidad a la que conducimos, menor es el campo de visión y, por ende, menos la capacidad de detectar riesgos y reaccionar.

Esto es así de simple porque al pasar rápido por las cosas y las personas, la visión solo es capaz de percibirlos de forma difusa. Cuanto más aceleramos, más difusas son estas imágenes y solo tenemos una visión nítida y clara de lo que tenemos justo al frente, pero no del entorno.

Levantemos el pie del acelerador y compartamos lo más importante con nuestros seres amados. Hay que trabajar y cuidar las relaciones dedicando tiempo y cariño. Los seres humanos tenemos la necesidad de sentirnos queridos, valorados y apreciados. A 100 kilómetros por hora no podemos satisfacer estos requerimientos de quienes nos importan. Como lo menciona el señor Victor Küppers:“Planta que no se riega, planta que palma”.

Bajémonos del auto

Dado que la vida no siempre será igual, seamos conscientes de esta realidad, dejemos de andar rápido y de apartarnos de lo precioso y lo valioso. Reduzcamos la velocidad, dejemos de vivir de 0 a 100 kilómetros por hora en menos de 6 segundos…o mucho mejor: bajémonos del auto y caminemos. Respiremos hondo, abracemos, besemos y deleitémonos con los pequeños grandes detalles que usualmente nos es imposible disfrutar. Que el mañana no nos sorprenda siendo demasiado tarde.

Abrazos desde la cafetería. Si alguien quiere conversar, ¡yo invito!

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© Rodolfo Cruz Naranjo 2024