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Calidad de relaciones.

Vamos de 0 a 100 kilómetros en 6 segundos

¡Hola!

Hoy en día vivimos la vida muy rápido.  Les cuento que soy un apasionado de la velocidad. Hace ya algún tiempo participé en los Campeonatos Nacionales de Rally y Automovilismo. Fueron momentos que se disfrutaron mucho y que me dejaron enseñanzas. Hay que tener carácter, paciencia, preparación, pericia, pero ante todo un desarrollo amplio de trabajo en equipo. Es este el que hace la diferencia, al igual que en cualquier organización del mundo, pero de esto conversaremos luego.

Les cuento esto solamente para hacer una analogía con algo triste de la vida. Esto es conocido. Repito, ¡ya lo conocemos! Y en la mayoría de los casos no hacemos nada (de verdad espero estar equivocado). Vivimos la vida muy rápido!

La velocidad mal entendida, mal aplicada y con poca responsabilidad es peligrosa

La vida la vivimos así: muy frecuentemente vamos de 0 a 100 kilómetros por hora en menos de 6 segundos. Al avanzar tan rápido no nos percatamos de lo que es primordial y, lo peor, es la norma que se nos ha hecho hábito. Esto está mal. Es más que peligroso y es un pésimo compañero de viaje.

Me gustan los refranes populares que son portadores de sabiduría. Uno que uso mucho y que estoy seguro que todos hemos escuchado es: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Muy a nuestro pesar, lo sabemos pero…nada. Solo sabemos.

Calidad de relaciones

Para disfrutar una vida plena y dejar un legado en este mundo, debemos conocer y atender lo que es realmente importante. Son las personas que amamos: la familia y los verdaderos amigos. Y ellos necesitan que les demos tiempo. Si vivimos la vida muy rápido no lograremos entregárselo.

Usualmente no se les dedica la cantidad de cariño y tiempo que merecen y que son los fundamentos de las buenas relaciones. Según muchos estudios la calidad de las relaciones hacen de la vida algo que valga la pena.

Esto nos sucede por siempre andar rápido. Nos bañamos, desayunamos, almorzamos y comemos rápido. Si estamos en la casa pensamos en lo que tenemos que hacer en el trabajo, si estamos en el trabajo pensamos en lo que viene más tarde o la reunión de mañana. En fin: ¡de 0 a 100 kilómetros en menos de 6 segundos! Luego tenemos la desfachatez de no entender el estrés, el cansancio y la amargura con la que andamos.

A mayor velocidad, menor campo de visión

Al igual que los pilotos de la Fórmula 1, estamos sufriendo del efecto túnel al conducir a gran velocidad. La rapidez a la que circulamos condiciona de manera sustancial nuestra capacidad de ver bien. Cuanto mayor es la velocidad a la que conducimos, menor es el campo de visión y, por ende, menos la capacidad de detectar riesgos y reaccionar.

Esto es así de simple porque al pasar rápido por las cosas y las personas, la visión solo es capaz de percibirlos de forma difusa. Cuanto más aceleramos, más difusas son estas imágenes y solo tenemos una visión nítida y clara de lo que tenemos justo al frente, pero no del entorno.

Levantemos el pie del acelerador y compartamos lo más importante con nuestros seres amados. Hay que trabajar y cuidar las relaciones dedicando tiempo y cariño. Los seres humanos tenemos la necesidad de sentirnos queridos, valorados y apreciados. A 100 kilómetros por hora no podemos satisfacer estos requerimientos de quienes nos importan. Como lo menciona el señor Victor Küppers:“Planta que no se riega, planta que palma”.

Bajémonos del auto

Dado que la vida no siempre será igual, seamos conscientes de esta realidad, dejemos de andar rápido y de apartarnos de lo precioso y lo valioso. Reduzcamos la velocidad, dejemos de vivir de 0 a 100 kilómetros por hora en menos de 6 segundos…o mucho mejor: bajémonos del auto y caminemos. Respiremos hondo, abracemos, besemos y deleitémonos con los pequeños grandes detalles que usualmente nos es imposible disfrutar. Que el mañana no nos sorprenda siendo demasiado tarde.

Abrazos desde la cafetería. Si alguien quiere conversar, ¡yo invito!

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© Rodolfo Cruz Naranjo 2024